World Press Photo 2022, premian imagen de luto

CIUDAD DE MÉXICO.

Una foto de cruces de las cuales cuelgan vestidos de niñas, colocadas cerca de un “internado” católico canadiense donde en 2021 se hallaron los restos de 215 niños indígenas, ganó ayer el premio del World Press Photo del año 2022.

La imagen capturada por la fotógrafa  Amber Bracken, es “un momento calmo de reflexión (…) sobre la historia no solo de la colonización en Canadá, sino en el mundo entero”, declaró la miembro del jurado Rena Effendi.

Otras fotografías premiadas este año también destacan la visibilidad de comunidades autóctonas del mundo.

El documentalista australiano Matthew Abbott ganó el primer premio en la categoría “Historia del año” con una serie de imágenes que muestran cómo el pueblo nativo de Nawarddeken en el territorio de Arnhem, en los Países Bajos, utilizó el fuego como herramienta eficaz de gestión de las tierras contra el cambio climático.

Cabe destacar que, para la edición de este año, World Press Photo modificó la estructura de su concurso e implementó un modelo regional; bajo este nuevo esquema, las fotografías se juzgan y se premian en la región en la que fueron tomadas, en lugar de hacerlo a partir de la nacionalidad de sus creadores.

El mexicano Yael Martínez fue galardonado en el World Press Photo en la categoría Formato Abierto para Norte y Centroamérica por su fotografía Flor del tiempo, la montaña roja de Guerrero, en la que el 31 de diciembre, un anciano del pueblo Na savi, rodeado de estrellas, realiza rituales del final y comienzo de ciclo agrícola en el cerro de Gaza, en el estado de Guerrero, en la zona donde existen plantíos de amapola.

En la categoría de fotografía individual se premió el trabajo de Konstantinos Tsakalidis, quien retrató a Panayota Kistopi, quien llora y se lamenta mientras observa la devastación del fuego en la isla de Eubea, en Grecia

También se premió a Lalo de Almeida en la categoría regional de proyecto de larga duración por la imagen de un grupo de miembros de la comunidad Munduruku con sus maletas, quienes, después de asistir a una protesta, hacen fila para abordar un avión en el Aeropuerto de Altamira, en Pará, Brasil.