“No soy glamorosa, pero me veo con orgullo”; Martha

Madre de un joven de 21 años dice que no le importa llegar a casa con la cara llena de grasa luego de una jornada laboral

CIUDAD DE MÉXICO.

Más de cuatro décadas tuvieron que pasar para que llegara la primera mujer al equipo del Taller de Mantenimiento Sistemático Tasqueña (de la línea 2, azul) del Sistema Colectivo Metro de la Ciudad de México.

Hace tres años, Martha Rodríguez Ramírez, de 56 años, fue reasignada a una de las cinco áreas del taller de mantenimiento conocida como Salón de Pasajeros (luego de 15 años de hacer labores de vigilancia).

Fue la primera que levantó la mano para recibir asesorías como técnica de mantenimiento de material rodante y rechazó quedarse desempeñando labores administrativas, como hasta ese momento lo hacían sus compañeras enviadas ahí.

“Como ustedes pudieron ver, me gusta la actividad algo ruda, por eso rechacé las labores administrativas”, dijo a Excélsior mientras agarraba las pinzas, desarmadores, engrasante y solvente dieléctrico necesarios para desempeñar su jornada, en la que daría servicio a 24 de las 76 cajas con palancas de emergencia en el tren 0593.

Al alzar la mano para comenzar el entrenamiento sobre el mantenimiento dentro de los vagones del metro modelo NM-02 (Neumático Mexicano 2002), Martha inspiró a otras tres de sus compañeras. Así que, por primera vez en la historia, acudieron cuatro mujeres a esta capacitación.

En 2016, llegaron al taller de mantenimiento del metro que había operado sólo con hombres desde 1969, cuando se inauguró este sistema de transporte público en la Ciudad de México.

“Los 270 hombres que integran el equipo del taller, cuando llegamos se preguntaban ‘¿y estas señoritas qué van a hacer?’. Nos veían con cara de ‘ellas no saben nada’”, recordó.

Martha logró romper los prejuicios existentes en el metro, siendo una de las trabajadoras más eficientes y la primera mujer que por iniciativa propia se propuso para pertenecer al equipo de uno de los ocho talleres de mantenimiento que existen, y también lo ha hecho en su casa.

Es madre de un joven de 21 años. Es cariñosa, como cualquier mamá, pero es tan ruda, estricta, disciplinada y responsable como lo es en su trabajo en el sistema de transporte público más extenso de América Latina.

“Es una responsabilidad muy grande meter mano a los trenes. Una falla mía puede desencadenar problemas en el servicio, económicos, de seguridad, de tiempo”.

Un error en el trabajo de Martha podría afectar alguno de los viajes que a diario hacen 5.5 millones de usuarios.

“En casa tampoco se me quita la parte ruda, sé reprender, llamar la atención y cuando hay que aplicar mano dura, la aplico”.

La lección más importante que Martha intenta transmitir a su hijo es el sentido de la responsabilidad y cómo las acciones se convierten en una gran cadena que terminará impactando en los demás.

Martha es parte de las 14 mil 974 personas que trabajan en el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, que hacen que diariamente 384 trenes recorran una red de 226.5 kilómetros, repartidos en 12 líneas. Pero también inspiró a sus compañeras a aventurarse en trabajos que les habían dicho “eran sólo para hombres”.

Desde que estas cuatro mujeres forman parte del taller de mantenimiento de Tasqueña, disminuyeron las palabras altisonantes en el equipo. Ahora que la comunicación es mixta mejoró el respeto en el ambiente laboral.

“Cuando salimos y me toca llegar a casa con toda la cara llena de grasa, mugrosa, porque así me pasa, sé que no soy la glamorosa, pero me veo al espejo con orgullo, porque sé que soy la trabajadora y la fregona, porque hice mi trabajo y lo hice bien”.

Su lucha como madre, y en un área que hasta hace tres años se creía exclusiva de hombres, está lejos de culminar porque todos los días representa nuevos retos para Martha.

En casa, la tarea con su hijo no es fácil, mucho menos cuando ella es quien debe asumir los roles de mamá y papá, y tampoco es sencillo eliminar una visión en los ingenieros y los técnicos del trabajo, quienes por casi 50 años creyeron que los talleres eran sitios exclusivos de hombres.

Pero para Martha no hay obstáculo que la detenga: “no paramos; aunque a veces nos pongan trabas, no pararemos”.

“El mensaje que este día yo les doy a las mamás es que sigamos adelante”.

AGENCIAS