Geekonomía: Hablemos de jitomates

Por Diego Castañeda

El jitomate es uno de los bienes que se encuentran dentro de la canasta básica y ahora también parece ser una peligrosa arma para lo protesta. En el contexto actual, donde algunos productos dentro de la canasta básica comienzan a tener alzas como consecuencia del incremento en el costo de las gasolinas, así como la existencia de industrias con un elevado poder de mercado, hace que sea un buen momento para hablar un poco sobre la pobreza, el poder adquisitivo y algunas de las causas de un justificado descontento social.

Como discutimos en un post anterior, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) es una canasta de bienes (283) que nos permite estimar la inflación que experimenta el consumidor. Tiene ciertas características a las que debemos prestar atención en los distintos deciles y nos da una idea general de los precios que enfrenta la economía. La canasta básica, por su parte, es un subconjunto del INCP que consta de 82 bienes de consumo básico. Por sus características, la canasta básica es la que mayor impacto tiene en la inflación que enfrentan los ingresos más bajos y es menor en la que enfrentan los ingresos más altos, quienes tienen una mayor dispersión de su gasto en otro tipo de bienes y servicios.

El alza de la canasta básica, por ende, es un asunto de suma importancia para el bienestar de la población, de acuerdo con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) la línea de bienestar mínimo —es decir, el ingreso mínimo necesario para adquirir una canasta alimentaria básica por persona— es de $ 1,369.67 pesos al mes, y de $ 2,764.79 si consideramos la línea de bienestar alimentaria más la no alimentaria.

Con el alza de los precios de la gasolina y el diésel, esas líneas se irán para arriba: el ingreso necesario para estar por arriba de las líneas de bienestar (generalizando, si se está debajo de ellas se está en pobreza o pobreza alimentaria) tendrá que ser más alto, por tanto, algunas personas caerán por debajo de ellas conforme su ingreso crece de forma más lenta que lo que están creciendo sus precios (se pierde poder adquisitivo).

Estos mecanismos de transmisión son los siguientes: por una parte, la canasta alimentaria que contiene los bienes de la canasta básica (incluida la novísima arma letal contra políticos, también conocida como jitomate) y dentro de la no alimentaria el costo del transporte público (16.1% de la canasta no alimentaria), educación, cultura y recreación (19% de la canasta no alimentaria), así como vivienda y servicios (14% de la canasta no alimentaria), por mencionar los componentes más grandes.

Para ponerlo en los términos tradicionales de esta columna, imaginemos al Dr. Banner/Hulk, uno de los súper héroes con menos recursos (o más pobres) del universo Marvel. Imaginemos que de pronto se enfrenta a un incremento en los componentes de la canasta básica (la línea alimentaria representa el 50% de la línea de bienestar) y en el transporte público (que representa cerca del 10% de la línea de bienestar y 16% de la no alimentaria). Si el ingreso del Dr. Banner no creciera por arriba de los aumentos que estos bienes o servicios tienen, de pronto se encontraría por debajo de la línea de bienestar. Este hecho inevitablemente le causaría una profunda molestia y sabemos qué pasa con el Dr. Banner cuando lo hacemos enojar

Esto nos lleva a la molestia social entre la población. A menos que se encuentren soluciones que permitan incrementar el nivel de ingreso de las personas, o formas de compensarlas por la pérdida de poder adquisitivo que enfrentan, el malestar social continuará y el contrato social seguirá fragmentándose. Soluciones como las transferencias de dinero (semejante al ingreso ciudadano universal) deben ser al menos discutidas. Políticas para la recuperación del ingreso deben ser evaluadas (el salario mínimo hoy está por debajo de la línea de bienestar)  y la necesidad de fragmentar los monopolios y oligopolios en los mercados de bienes de consumo que hacen que se extraigan rentas a los consumidores deben ser consideradas.

La molestia de las personas que se ha hecho patente en manifestaciones y en celebrar sucesos como los jitomatazos, más que ser condenadas deben ser comprendidas. Son un llamado de alerta sobre los costos sociales que un mal manejo de la economía puede tener, y un llamado a repensar el pacto social en que vivimos.

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Diego Castañeda es economista por la University of London.